La gobernanza del agua: muchas manos en un plato...
- José Luis Ruiz
- 25 mar 2019
- 2 Min. de lectura

En una nota anterior se abordó la complejidad de la gobernanza del agua y los múltiples factores que contribuyen a la dificultad para que, como Sociedad, logremos articular soluciones sostenibles a problemas urgentes y cuya gravedad sólo se incrementará en el tiempo.
En el caso del Estado Peruano, esta complejidad se puede ver a lo largo de dos ejes: (i) Multisectorial: distintas partes del ciclo del agua son reguladas por diferentes ministerios, (ii) Multinivel: las competencias se reparten al nivel nacional, regional, provincial y distrital. Esta combinación de diferentes mandatos que se superponen en el territorio (y a veces dejan incómodos vacíos) se encuentra con la falta de mecanismos que permitan que los diferentes actores coordinen sus iniciativas.

Durante mucho tiempo el agua se ha manejado como trata de reflejar la figura: compartimentos estancos donde lo que hace la mano derecha no tiene relación con lo que hace la mano izquierda. El recurso natural (agua) era "renovable" y nadie discutía si el uso (o abuso) que se le daba podía generar problemas en el futuro. Aún hoy, no se llega a implementar una gestión integrada de los recursos hídricos que exigiría adoptar diferentes perspectivas de forma coordinada.
La gestión integrada exige considerar al agua desde diferentes perspectivas y considerar diferentes criterios para su gestión. Si el agua es un servicio ecosistémico, será necesario pensar en la salud de los ecosistemas para que ellos nos provean del agua que demandamos. Por lo tanto, la gestión no debe limitarse a pensar en grandes obras de infraestructura gris, sino considerar de forma complementaria la inversión en la infraestructura natural. Un adecuado funcionamiento de los ecosistemas ayudará a mantener la oferta de agua en cantidad y calidad para atender el uso poblacional del agua.

También el agua es un factor de producción para actividades como la agricultura, la generación de energía, la manufactura, la minería, etc. En este caso se requiere que haya la voluntad política de utilizar los instrumentos existentes en la normativa nacional para incentivar el uso eficiente de un recurso que es escaso en varias partes del territorio nacional. Finalmente, la gestión debe considerar la prevención frente a los fenómenos meteorológicos en los cuales el agua se convierte en una fuerza destructiva. La combinación de infraestructura natural, infraestructura gris construida considerando los efectos del cambio climático y una mejor planificación del uso del territorio mejorarían la capacidad del país para enfrentar estos desafíos.
El Ministerio del Ambiente ha anunciado el inicio de un trabajo conjunto entre diferentes niveles del Estado Peruano con la asistencia técnica de la OECD para llevar adelante un diálogo de política sobre la gobernanza del agua. Esperamos que este espacio de reflexión sirva para que se compartan los puntos de vista de los distintos actores, incluyendo al sector privado, la academia y la sociedad civil para construir una hoja de ruta que permita avanzar hacia un mejor arreglo institucional para la gestión del agua en el Perú.
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